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La Copa Movistar comienza este
año 2012 con una gran lección: Ya no se necesita ser un equipo que tenga una
gran hinchada o tener mucha historia para poder campeonar. Las cifras reflejan
lo antes dicho: De los últimos 5 años, solo en el 2009 un título fue adquirido
por un “grande”, en este caso la U en el 2009, los demás fueron de la
Universidad San Martín (3 títulos) y el reciente campeonato del provinciano
Juan Aurich, que se convierte en el segundo equipo del interior del país en
obtener un título nacional, ya que en el año 1981 el F.B.C. Melgar de Arequipa
fue el primero en conseguirlo.
Desde que el fútbol se convirtió
en un gran negocio para los grandes empresarios, éste ha evolucionado mucho en
lo que concierne a los contratos de los jugadores, ahora no solo se cobra por
el juego de los deportistas, irónicamente también por su publicidad. Hay
equipos que ya no destacaban en su liga natal, pero ejemplos como el Chelsea y
Manchester City, equipos que ya no “pintaban” en la liga inglesa, fueron
adquiridos por unos magnates poderosos, y ahora destacan. En el ámbito local,
esto se refleja en el Juan Aurich de Chiclayo, ya que su actual presidente
Edwin Oviedo, rompió el mercado con grandes contrataciones, inversión que trajo
sus frutos a fines del año pasado al obtener el título nacional.
Pero centrándonos en el problema
inicia: ¿Qué es lo que está pasando con los grandes de nuestro país?
Para muchos es el reflejo de las
administraciones actuales de Alianza Lima, Universitario y muchos escalones más
abajo a Sporting Cristal. De manera curiosa el último equipo en mencionar
siempre se ha tildado de ser un equipo ordenado en la parte administrativa, ya
que el caso de Sporting Cristal pasa por algo que va más allá de lo económico,
el equipo ha perdido protagonismo desde hace varios años, para ser explícitos
desde el 2005 que fue su último año en campeonar, y digo que ha perdido
protagonismo porque desde su último título obtenido ni siquiera pelea los
primeros lugares, más bien estos últimos años está peleando con los de abajo.
Caso contrario pasa con la U y
Alianza Lima debido a que están inmersos en grandes deudas, y el adjetivo
“grande” es poco cruel para describir las grandes cantidades que adeudan estos
equipos. Pero al hablar de deudas no me refiero a las clásicas que tienen que
ver con pagos a jugadores, sino más bien a deudas exorbitantes con la
Superintendencia Nacional Tributaria (SUNAT). Las deudas aproximadamente son de
104 millones y 26 millones de soles.
El caso de los merengues es harto
complicado. Al deber siete meses de sueldos del año pasado, no podrá iniciar el
torneo de este año, según bases estipuladas. Además de eso, existen conflictos
internos. El actual presidente Julio Pacheco: Aquel personaje que prometió el
año pasado 4 millones de dólares de inversionistas coreanos, dinero que nunca
se asomó al club, ahora ha perdido credibilidad y es resistido por muchos. En
el caso de los socios de la oposición tampoco existen buenas soluciones para
aliviar el mal momento económico. Y así pasan los días y no se encuentra una
solución viable. Esperemos por el bien del campeonato peruano, los cremas
resuelvan los meses impagos.
Alianza Lima es un poco menos
complicado, los ‘íntimos’ también tienen deudas, déficit que podría ser
resuelto tranquilamente. Pero esto no queda aquí, el actual presidente
Guillermo Alarcón (sí, aquel gordito bonachón) acaba de ser denunciado de
querer vender la administración deportiva del equipo a un grupo de empresarios
chilenos llamado Pegaso, un grupo inescrupuloso que se dedica a comprar pases
de jugadores, además de que está negociando con un tal Jorge Barrera, conocido
en Chile por las denuncias de estafas en su contra, y que también se le suponen
problemas de venta de drogas.
Después de lo descrito, podemos
llegar a la conclusión de que el mal de los equipos “grandes” ya no se debe a
problemas netamente futbolísticos sino más bien a problemas de índoles
económicos que solo demuestran la mala administración que han tenido los
equipos con más arraigo popular de nuestro país.
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