Por: Daniel Tapia Lozada
@rparalelos 


¿De qué hablamos cuando nos referimos a la música peruana?, ¿de las canciones  del intérprete andino “Picaflor de los Andes”?, ¿de las composiciones criollas de Chabuca Granda?, ¿de los éxitos musicales del ya fallecido “Chacalón”?, ¿de los conocidos temas del grupo 5?. ¿del rock? ¿De la salsa?, ¿del  huayno?, ¿del vals?, ¿de la marinera?

 La respuesta parece haberse desvirtuado. Con tanto género “extranjero” bien posicionado en las radios más populares  de nuestro país y la escasa difusión de la expresión musical más antigua que tenemos: el folklore, el patriotismo musical parece ir desgastándose  con el paso del tiempo.

Nuestra identificación y conocimiento musical de las raíces más antiguas en el Perú se explican en una palabra inventada en 1846 por el arqueólogo inglés William John Thoms: folclore. Este término se formó luego de unir dos voces en una: folk, que significa pueblo, y lore, que quiere decir, sabiduría, conocimiento. Precisamente “el saber tradicional de las clases populares” o más conocido como folkore encierra también las manifestaciones musicales de nuestros antepasados.

 Antes de la  llegada de los españoles, la música andina (típica de las regiones del interior de nuestro país) era lo que llamaríamos actualmente lo que está de moda.  Cada una de las danzas y cantos típicos, llámese huaynos, carnavales, Huaylas, yaravíes, etc. forman parte del más valioso legado que tenemos.

La globalización musical ha hecho que nuestros sentidos se enfoquen en lo que el actual mercado musical nos ofrece, es decir los ritmos musicales que están de moda, aquellos que en su mayoría provienen de otros países y que nos hacen olvidar nuestra verdadera identidad musical. En las diferentes provincias del Perú se mantienen aún bien conservadas las manifestaciones musicales típicas, pero el centralismo del país las aleja de nosotros.

El rol de difusión de los medios como los principales educadores y promotores del folklore peruano se ve interrumpido por otras corrientes musicales que son más “negociables”.

El Estado cuenta con un canal televisivo (TV Perú) y una emisora radial (Radio Nacional). Ambas son el único soporte comercial para la difusión de nuestra variedad musical, sin embargo su labor es insuficiente por la poca acogida del público. Existen emisoras alternativas que son una opción pero aún están en un proceso de crecimiento.

Si hacemos un poco de historia, en el gobierno de Augusto B. Leguía (década de los 20) se empezó a impulsar el folklore peruano revitalizando la fiesta de Amancaes en la capital limeña e invitando a diversos grupos del interior del país. Eran tiempos distintos, ni la radio ni la televisión estaban tan presentes como hoy en nuestras vidas.

En 1968, Juan Velasco Alvarado, presidente de aquel entonces prohibió toda manifestación cultural extranjera por considerarla alienante. Esta medida provocó que se le diera mayor cabida a los géneros musicales peruanos como el huayno y el criollismo de entonces. Actualmente sería utópico pensar en algo así, porque el Estado es otro y porque el Perú es un país “transculturalizado”, es decir que la influencia de géneros musicales extranjeros ha ido mezclándose con los nuestros e involucrando su gradual extinción.

Sin embargo, el folklore representa nuestro pasado y presente, es por ello que su permanencia está garantizada y sus expresiones musicales seguirán en la rica historia que nos pertenece. Conocerla es tarea de todos los que integramos un país multicultural y difundirla es un deber en la construcción de nuestra identidad nacional.
 

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