Por Jim Paz - 


En la década pasada era imposible, o al menos eso parecía, oír, por calles y plazas, palabras que te hacían sentir como en el país de los charros; mas ahora, y ante la invasión de telenovelas, series y doblajes, esto se está volviendo cotidiano.

Las décadas de consumo de producciones mexicanas, que tiene el Perú, han hecho que varias generaciones estén expuestas a expresiones muy propias del país de la ranchera y que, en la actualidad, recién comience a ser evidente que se están haciendo un espacio en el vocabulario de los peruanos. Un fenómeno que va en aumento debido, también, al consumo de películas y series animadas dobladas en México, en las que los mexicanos hacen gala de sus particulares palabras; ejemplo de ello son:”Shrek” o “Pokémon”, respectivamente.

Pero no solo el consumo legal hace que, el fenómeno de la mexicanización, vaya en aumento. La piratería contribuye, y bastante; no es extraño encontrar doblajes plagados de regionalismos mexicanos, tantos que es difícil entender el mensaje, y que sin darnos cuenta se van quedando en nuestra memoria, al punto de que, en situaciones parecidas, terminan siendo usadas.

“¿Qué onda?”, “chido”, “órale”, “¡qué padre!”, “gacha(o)”, “me caes gorda”, “fresa” o “wey”; son algunas  de las palabras y expresiones más exportadas por la juventud peruana; términos que han sabido camuflarse en los diálogos juveniles y pasar inadvertidos hasta ahora.

Es entendible que la juventud tenga su propio lenguaje,  pues lo utilizan para compartir sus códigos y para distinguirse, como grupo, de los adultos y niños, así como para expresar un sentimiento de protesta; por lo que el desarrollo de sus propios códigos es inevitable.

Ante esta situación, la solución no está en vetar las producciones mexicanas; sino en sentar las bases de nuestra identidad; para que nuestra juventud no sucumba fácilmente a modismos extranjeros. Así como desarrollar, de una vez por todas, nuestra propia industria de doblaje.

Tal vez para algunos, éste tema, no sea importante; pero debemos tener presente que, aunque no sean la mejor manera de expresarnos, contribuyen, de alguna forma, en la formación de nuestra identidad cultural. ¿Por qué adoptar modismos extranjeros, cuando se pueden usar los nuestros? En el Perú también hay jergas, y qué jergas, así que si queramos usarlas, hagamos uso de las nacionales. Y cuidado, que ahí vienen los argentinos ¡ché!, y no nos olvidemos de los españoles, ¡Joder !

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