Por: Silene Pacheco



Las mafias de la maternidad subrogada o “vientres de alquiler” se han incrementado en estos últimos años, debido a que no existe una ley que sancione este tipo de actos. Y para colmo no esá tipificada como un delito. Se estima que en estos meses se ha realizado entre 30 y 40 maternidades subrogadas, según la Organización Mundial de Salud (OMS)
Una de las razones principales de la existencia de estas “incubadoras humanas” es por lo lucrativo que resulta. Una pareja de esposos aproximadamente puede llegar a pagar hasta 50 mil dólares por niño. Los clientes más recurrentes son extranjeros, aunque también hay demanda de parejas peruanas. Un 10% de la población mundial tiene problemas de infertilidad.
No solo las mujeres están involucradas en este tipo de servicios, sino que existen clínicas especialistas en fertilización y maternidad que falsean documentos del nuevo ser, es decir los óvulos fecundados de la madre biológica son pasados al útero de otra mujer.
Las redes son el espacio perfecto para ofrecer vientres de alquiler, muchos de los clientes son captados por internet. Basta con escribir “vientres de alquiler” en buscador y los resultados son infinitos y diferentes precios en cualquier parte del mundo. Existen muchas “voluntarias”, en su mayoría jóvenes, con carencia económica. En los avisos dejan a merced de cualquier cliente sus nombres y apellidos, número telefónico y lugar que reside. 
Ante ello, el Congreso debería legislar una norma especial para regular esta práctica, ya que en el Código Penal no está inscrita como un delito. A raíz de eso, las bandas en el Perú que se aprovechan de este vacío. En el 2008 en Lima se realizó una intervención, se encontró a un centenar de mujeres que estaban dispuestas a alquilar su vientre, sin embargo, no se incluyó en el atestado policial porque no es considerado un delito. En otros países como Gran Bretaña o Estados Unidos existen leyes que permiten el contrato de gestación pero con fines altruistas.
Si se llegara a tocar este tema a plenitud, generará polémica tanto en la Iglesia como la ciencia y el Estado, se verán enfrentados. El primero porque iría en contra de la concepción habitual en términos católicos; la ciencia consideraría esta realidad como una forma de ayudar a personas que no pueden concebir un hijo y podría ser considerado con carácter solidario. Por último el Estado tendría la última palabra ya que por un lado seria un tanto benéfico a madres infértiles y además podría frenar este tipo de delincuencia.


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