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(Foto - Internet) |
Todos los 18 de febrero, las “comparsas” toman las
calles con el único fin de divertirse y divertir a los espectadores.
Por Jim Paz -
Este año será como los anteriores, es decir, las numerosas comparsas serán divididas en tres categorías: Las rurales, las institucionales y las comparsas de ciudad, cada una con un día asignado especialmente. Del 17 al 19 de febrero, el pueblo ayacuchano y sus visitantes disfrutarán del colorido y picardía del carnaval.
Este año será como los anteriores, es decir, las numerosas comparsas serán divididas en tres categorías: Las rurales, las institucionales y las comparsas de ciudad, cada una con un día asignado especialmente. Del 17 al 19 de febrero, el pueblo ayacuchano y sus visitantes disfrutarán del colorido y picardía del carnaval.
El
sonido de guitarras, acordeones, tinyas, quenas, charangos y silbatos, son el anuncio
inconfundible de que una “comparsa” se acerca. Detenerse a verlos es todo un
espectáculo; los canticos en coro, con letras jocosas en las que, si no
insinúan sexo, se burlan de las autoridades; logran que quien se detenga a
oírlos, se olvide del mundo y se deje hipnotizar por el coqueteo de la huamanguinas; estado del que se puede
despertar por una lluvia de talco y serpentina, o por el impacto de un globo
con agua. Eso sí, mojar a las comparsas está prohibido.
Si
uno tiene a un familiar formando parte de una comparsa, lo mejor será esperarla
en la plaza mayor, lugar al que todas llegan para ser calificadas; pues
recorrer junto a ellos todo el trayecto es, realmente, un sacrificio. Un
sacrificio que los miembros de las comparsas disfrutan, pese al calor y el
dolor de, en el caso de las mujeres, llevar tacones de todos los números.
Cuando
las comparsas ingresan a la plaza mayor, incrementan la fuerza en sus cantos y
sus bailes, tratando de impresionar a los espectadores que, a esa hora (3 p.m.), abarrotan todo el
perímetro de la plaza, buscando tener la mejor vista. Así, mientras avanzan hacia
el estrado oficial, se incrementan los nervios; pero también la fuerza; por lo
que los efusivos aplausos del público son necesarios para darles la confianza necesaria
y pasar victoriosos ante la vista del jurado y las autoridades.
Las comparsas ya pasaron su prueba de fuego,
ya fueron calificadas, unas más temprano que otras; pero el resultado final para
todas es la satisfacción de haber demostrado toda su preparación y creatividad.
El cansancio, después de esta instancia, es evidente, no han parado de cantar
ni de bailar en todo el día; mas, no por eso, dejan de hacerlo, no les importa
quedarse afónicos; lo que les importa es demostrar por qué su carnaval es
patrimonio cultural de la nación.
En
los próximos días se sabrá quien ganó; pero, independientemente del resultado, que
será hostil para muchos; para quienes realmente disfrutan de esta fiesta, no será
relevante; ya que ellos saben que los únicos ganadores son el público y, por
supuesto, ellos mismos; pues nadie les quitará lo bailado.