Cada
día mueren 4 500 niños en todo el mundo
por falta de agua (Foto - Internet)
El
agua, el denominado “oro azul”, es el recurso más valioso; pero
contradictoriamente el menos valorado. Y mientras aquí se desperdicia, al otro
lado del mundo se muere por fala de ella.
Por Jim Paz -
Se calcula que en el Perú se consumen 150 litros de agua al día por habitante, cuando, según la Organización mundial de la salud (OMS), no deberían ser más de 50. Lo que nos obliga a preguntar: ¿Qué hacemos con los otros 100 litros? En los potentes chorros de agua que usamos podemos hallar la respuesta.
Se calcula que en el Perú se consumen 150 litros de agua al día por habitante, cuando, según la Organización mundial de la salud (OMS), no deberían ser más de 50. Lo que nos obliga a preguntar: ¿Qué hacemos con los otros 100 litros? En los potentes chorros de agua que usamos podemos hallar la respuesta.
En
nuestro país, el agua, “todavía” abunda, por eso se desperdicia. Febrero, el
mes de los carnavales, presenta el mayor índice de consumo en todo el año. 1
millón de litros más que en los otros meses de verano, según la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento
(Sunass), es lo que, sólo los limeños, consumen.
Pero
al parecer no todos son tan inconscientes cuando de agua se habla;
especialmente los pobladores del Perú profundo, esos que todavía ven al agua
como a una divinidad que les da la vida y por ende la respetan y la cuidan. Así
están dispuestos a luchar por ella, aunque muchas veces son influenciados y
utilizados para defender intereses
ajenos, que lamentablemente demuestran el egoísmo humano. La última de
estas fue la denominada “marcha por el agua”: una caminata de sacrificio, desde
Cajamarca hacia la capital; en la que se exigió el cese del proyecto minero
“Conga”. Una causa legítimamente social, pero que, como suele suceder, se ha
tornado política.
Y si
en los andes y la selva se toma conciencia; en las grandes ciudades eso nunca
sucede, ni con la llegada de un recibo mensual elevado; pues, al ver las cifras
que hay que pagar, no se piensa en el agua consumida, sino en el bolsillo.
¿Porqué
utilizar casi 100 litros de agua al ducharnos, cuando podríamos usar sólo 15?,
¿Por qué desperdiciar entre 50 y 150 litros al lavar la vajilla o al lavarnos
los diente?, ¿Por qué la mayoría riega sus jardines a través de mangueras, en
lugar de utilizar baldes?, ¿Por qué no usamos agua reciclada en el inodoro en
vez de agua limpia?, ¿Por qué buscar agua en otros planetas, cuando
podríamos hacer un uso consiente de la
que en el nuestro tenemos? Son tantas
preguntas que muy pocos se hacen, pero que ninguno sabe o quiere contestar.
Cuestiones de hábito o practicidad son las infaustas respuestas.
“El mal uso que le damos al recurso será el
determinante de nuestro futuro” Hemos oído cientos de veces esas palabras; y
ahora, incluso cuando el futuro ya no es lejano, no hacemos nada.
Desterrar la idea de que nuestro país posee fuentes
inagotables de agua, es el primer paso que debemos dar para, de una vez por
todas, darle el valor que este recurso merece. Así como educar a nuestros niños
para desarrollar una cultura de conservación del medio ambiente, ahorro y
cuidado del agua, ya que ésta es la última esperanza que nos queda, para cerrar
el círculo y evitar una catástrofe global.