Por Enrique Escobar de Paz -
The Amazing Spider-Man es la
historia de Peter Parker (Andrew Gardfield), un marginado estudiante que fue
abandonado por sus padres cuando solo era niño, y que ahora vive y es educado
por su Tío Ben (Martin Sheen) y su Tía May (Sally Field). Como otros muchos
jóvenes, Peter intenta imaginar quién es y como ha llegado a ser la persona que
es ahora. Peter también define su camino con su primera enamorada de la
escuela, Gwen Stacy (Emma Stone), y junto a ella deberá luchar por su amor, el
compromiso y los secretos.
Pero cuando Peter descubre un
misterioso maletín que pertenecía a su padre, comienza una búsqueda para
comprender la razón de la desaparición de sus progenitores. Esta investigación
le llevará a Oscorp y más concretamente al laboratorio del Dr. Curt Connors
(Rhys Ifans), ex-socio de su padre. Como Spider-Man Peter mantendrá un combate
permanente con el alter-ego de Connors, El Lagarto, y se verá obligado a
adoptar cambios vitales para poder usar sus poderes y dar forma a su destino
para convertirse en héroe.
A ver, cuando escuché por primera
vez respecto al reboot (reinicio) de la franquicia, me puse a pensar: ‘’Pero,
¿si la primera parte apenas tiene diez años de estrenada?’’, así que no le
predije un futuro prometedor. Luego fueron dándose a conocer a los actores, y por último al que tendría la
suerte de ponerse el traje del héroe arácnido, Andrew Garfield (“la red social”),
un actor para algunos desconocidos, pero logra algo que Tobey Mc Guire no pudo
con las tres anteriores entregas de Spiderman, enamorar al público.
Si
comparamos la versión de hace diez años, con la actual, podemos notar que el
perfil que se le dio a cada uno en sus distintas versiones, es diferente. El
“Peter Parker” creado por Sam Raimi era más sumiso, sufrido, lloraba por todo,
y agachaba la cabeza ante cualquiera, mientras que el “Peter” de Marc Webb
(“500 días juntos”) es más “mandado”, gracioso, sin dejar de lado esa timidez
característica del personaje.
¿Qué se intentó hacer con esta
nueva versión? Pues algo similar a lo hecho por Nolan con su trilogía de Batman,
algo más oscuro, mas psicológico, menos “fresa”, pero por desgracia la película
se queda a mitad del camino, Webb no consigue siquiera llegar a la mitad de lo
hecho por el director del “Caballero de la noche”. El guión hecho por James
Vanderbil es más sentimental, algo muy a lo “crepúsculo” con una historia de
amor que resulta agradable, gracias a la excelente química de Garfield y Emma
Stone (“rumores y mentiras”), pero al momento de las escenas de acción, se nota
el temor por parte de Webb y no se arriesga a mostrar algo más atrevido. Eso
sin contar que por instantes al ver una escena u otra, tenía la sensación de
estar viendo la primera versión. Se repiten cosas que ya habíamos visto, como
el asesinato al tio Ben, y un enemigo con crisis de personalidad.
La banda sonora sin duda no ayuda
mucho, no es tan épica como la creada para las tres entregas de Raimi, es muy
simple, ojalá se haga algo mejor para la segunda entrega, pues después de ver
la taquilla conseguida, una secuela es más que evidente. En resumen, esta
película es casi lo mismo de hace años atrás, con mejores actuaciones, claro está.
Un guión más apegado al comic original, una pareja que enamora, pero que por
desgracia, se queda a mitad del camino. Para pasar un momento agradable, está bien,
pero no esperes más.
OJO: mucha atención a la
parte final, pues luego de los créditos, hay una escena que da pie a la tan
mentada segunda parte de la que hablo.