Por Rafael Mendieta -
Así es amigos, hoy es el día mundial del Síndrome de Down,
aquellas personitas especiales que con un solo gesto expulsan paz, esa paz que
muchos de nosotros no tenemos en ellos las encontramos.
¿Tienes en casa o conoces a alguien con estas habilidades? Pues dale un abrazo
bien fuerte, pero no sólo porque sea hoy, hazlo mañana, pasado y siempre. Te lo
agradecerá mil veces, se los aseguro. Quien escribe tiene un hermano de ocho años con
Síndrome de Down, y estoy realmente orgulloso de tenerlo en mi familia. Ha
cambiado nuestras vidas.
En muchas webs seguro encontrarás qué es el Síndrome de Down
por ser su día, bacán, yo sólo te mostraré como es de maravillosa la vida con ellos.
Aquí un pequeño testimonio de las mañanas con Raúl, mi hermano.
Siempre me levanto en las mañanas para escribir alguna nota
para Paralelos, me concentro mejor, me fluyen las ideas. Hoy como todas las
mañanas, después de desayunar y escribir, saco a pasear a mi hermano de 12
años. Él siempre está alegre, y eso a mí me motiva, me da fuerzas. A veces
estoy débil, por algún motivo, pero veo su sonrisa y mi debilidad se pierde en
el ambiente, gracias a mi hermano. Salimos a pasear todas las mañanas al
parque, de paso sacamos a Rayo, nuestro pastor alemán fiel. Mi hermano se divierte
tanto con él, no sé qué sería de mis mañanas sin ellos.
Mi hermano es muy dulce, a todo el mundo agrada, en cambio a
mí, me ven un tipo serio y aburrido. Pero a mi hermano no, su simpatía no sólo
está en su sonrisa, sino en todas las habilidades que tiene. Por ejemplo, el
otro día, me estaba enseñando a tocar la flauta, él adora su flauta, se saca
varias canciones clásicas, hasta la de los Wachiturros. ¡Y cómo baila! Mejor que
yo. Le encanta Soda Stereo, por mi padre, pero cómo canta la Persiana
Americana, con qué energía…esa energía que pocos tenemos.
En el parque juega hasta más no poder con Rayo quien lo
chupetea y claro, a Raúl le encanta. Jugamos a las escondidas y él siempre me
encuentra, así le tape los ojos con mi pañuelo, creía que hacía trampa, pero
no, él no sería capaz de eso. Es más sabido, eso sí. Le encanta que le haga el
avioncito, sí, cómo le fascina y a mí también. Regresamos siempre a la casa a
las 11 de la mañana. Comemos y me despido de mi hermano, pues tengo que ir a la
universidad, él me abraza muy fuerte, me siento acongojado, veo sus ojos y le
digo, descansa para mañana seguir, eh. Él sonríe y con eso es suficiente para
que mi día sea fabuloso.
Soy feliz a su lado, no sé qué sería de mí sin él. Las
mañanas que estoy en casa, la paso con él, en la tarde ya no puedo, porque
estoy en la universidad. Pero en la noche regreso, y veo siempre su sonrisa,
esa sonrisa que me hace olvidar de todo. Gracias madre, por haber tenido a mi
hermano en tu vientre, te lo agradezco. ¡Gracias Raúl!