Por Carlos Baudouin Cotrina
Odontólogo en Clínica Denti - K -




La hipocondría es una enfermedad por la que el paciente cree de forma infundada que padece alguna enfermedad grave. El origen del término hace referencia a una región anatómica, el hipocondrio, situada bajo las costillas y el apófisis xifoides del esternón, donde según la escuela médica humoral se creía que se acumulaban los vapores causantes de este mal.

La hipocondría es, en esencia, una actitud que el individuo adopta ante la enfermedad. La persona hipocondríaca está constantemente sometida a un análisis minucioso y preocupado, incluso obsesivo, de sus funciones fisiológicas básicas, pensando en ellas como una fuente de segura enfermedad biológica.

La interpretación catastrófica de los signos corporales es el mecanismo por el que se dispara la hipocondría. Por qué se dispara ese mecanismo es difícil de determinar. Se sabe que este trastorno afecta a menudo a ambientes familiares, es decir, que muchos miembros de una familia tienden a estar afectados. Esto nos puede indicar que hay familias que son especialmente sensibles y están muy inclinadas hacia la interpretación de los signos de enfermedad en todos los ámbitos de la vida. Durante las reuniones familiares no se habla más que de enfermedades, se comenta constantemente si se está bien o mal, se vive con muchísima angustia cualquier signo de enfermedad en alguno de los hijos, etc. etc. De esta forma los miembros de la familia aprenden a interpretar de esa forma cualquier signo corporal y lo asocian con angustia, miedo o ansiedad. Es una interpretación, aunque también se podría pensar que existe una predisposición genética. Lo importante no es el por qué, sino como solucionarlo.

No debemos descartar que una persona hipocondríaca esté realmente enferma. En muchas ocasiones lo que hace es centrar su atención en síntomas leves o imaginarios (mareos, dolor de cabeza, etc.), y no en los verdaderamente importantes. Asimismo, el hipocondríaco, al centrar su atención emocional en una determinada función biológica, puede terminar por formar síntomas orgánicos reales (trastorno psicosomático). El enfermo expresa así el efecto nocivo, es decir, la aparición de un síntoma somático causado por un proceso psíquico.

El hipocondríaco se siente muy incomprendido, nadie es capaz de detectar su enfermedad. Como piensa, naturalmente que necesita que encuentren su enfermedad para poder solucionarla no solamente se angustia, sino que lógicamente se deprime creyendo que lo que le pasa no tiene solución. El hipocondríaco sufre mucho, se cree enfermo y tiene sensaciones que él siente que se lo indican y lo único que recibe son palabras que le dicen que no tiene nada y que "todo es psicológico". Cuando se dice que todo es psicológico en realidad se le está diciendo que todo es cuento; aunque desde luego lo que él (ella) siente es totalmente real, todo menos cuento. Los procesos psicológicos tienen una realidad total en el cuerpo y el dolor, la angustia y las enfermedades psicosomáticas son completamente reales, aunque los procesos que las desencadenan sean psicológicos y no correspondan a una enfermedad física.

Estamos ante un trastorno asociado muy a menudo con la ansiedad, por lo que el principal síntoma de la hipocondría es la preocupación exagerada que siente por su salud. El hipocondríaco medita constantemente sobre sus síntomas, reales o imaginarios, llegando a percatarse de signos funcionales que normalmente se escapan a la conciencia (intensidad de los latidos cardíacos, funciones digestivas, etc.). Puede describir su cuadro clínico con una sutileza impresionante, aclarando repetidas veces el alcance de cada uno de sus síntomas físicos. La atención del hipocondríaco se centra no sólo en el estudio de sí mismo (se toma el pulso, la temperatura, el número de respiraciones por minuto y la tensión arterial varias veces al día), sino también en la cantidad y composición de los alimentos. Sabe con qué aguas hace mejor la digestión, qué grados de ventilación o de temperatura le convienen, etc.

La característica esencial de la hipocondría es la preocupación y el miedo a padecer, o la convicción de tener, una enfermedad grave, a partir de la interpretación personal de uno o más signos o síntomas somáticos. La sintomatología más típicamente hipocondríaca es la sugestiva, que experimenta acompañada de una especial alteración negativa del estado de ánimo, sumamente desagradable, y que le hace colocarse en una actitud fóbica frente a sus molestias, de las que siempre cree que son el comienzo de enfermedades graves. Finalmente, el hipocondríaco acaba renunciando a casi todo para consagrarse a cuidar su enfermedad imaginaria ("enfermo imaginario").

Signos de un Hipocondriaco

-Preocupación y miedo a tener, o la convicción de padecer, una enfermedad grave a partir de la interpretación personal de síntomas somáticos.
 -La preocupación persiste a pesar de las exploraciones y explicaciones médicas apropiadas.
- La creencia expuesta en el criterio A no es de tipo delirante (a diferencia del trastorno delirante de tipo somático) y no se limita a preocupaciones sobre el aspecto físico (a diferencia del trastorno dismórfico corporal).
 -La preocupación provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
 -La duración del trastorno es de al menos 6 meses.
 -La preocupación no se explica mejor por la presencia de trastorno de ansiedad generalizada, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno de angustia, episodio depresivo mayor, ansiedad por separación u otro trastorno somatomorfo.


Tratamiento

En algunos casos, se utilizan psicofármacos inicialmente para controlar los síntomas ansiosos tan importantes que padecen estos pacientes. Pero la terapéutica fundamental es la Psicoterapia Cognitivo-conductual, en la que se promueve la pérdida de la angustia y el miedo a la enfermedad que el hipocondríaco siente.

Para ello se plantean primero una serie de prohibiciones y tareas. Se le pide que no acuda a más médicos ni a las urgencias hospitalarias, que no hable de salud ni de enfermedad. Para esto es muy conveniente la colaboración de la familia del paciente, también para que entiendan que lo suyo no es cuento, que tiene un problema real aunque interpretado por todos como un problema que no existe. Una vez que se ha establecido este marco fuera de la consulta comienza el tratamiento psicológico propiamente dicho.

El tratamiento básico consiste en perder el miedo a estar enfermo. Muchas veces la propia angustia producida por el pensamiento de estar enfermo, como sensación desagradable e incontrolable, se convierte en un disparador de los miedos a la enfermedad. Se establece así un círculo vicioso en el que el miedo a la enfermedad causa unas sensaciones que son a su vez interpretadas como enfermedad.

En la terapia se trata de que el pensamiento de estar enfermo no dispare un miedo terrible. Para ello se emplean una técnica llamada exposición a las sensaciones corporales, que consigue que el paciente pierda el miedo a los síntomas que antes interpretaba como enfermedad. Aprende que si no huye de ellos, si no lucha contra ellos y los acepta, se pueden convertir en sensaciones admisibles que nos permiten seguir con nuestras actividades diarias sin mucho sufrimiento. Esta parte del tratamiento se realiza junto con un entrenamiento en técnicas de manejo de ansiedad que facilitan la exposición.

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